
octubre 26, 2025
El “banquillo” de los escolanos y de las camareras de la Virgen en el Misteri d’Elx
A.S./J.M. Cada día, cuando empieza el Misteri, un grupo de niños sigue con atención toda la representación sentados entre el coro y el presbiterio, en un banco junto al Cadafal.
Se trata de los vigilantes y suplentes de las voces que participan cada jornada.
Ellos actúan de forma rápida ante cualquier indisposición de los actores infantiles. Mientras los vigilantes están pendientes de toda la obra, los suplentes mantienen contacto con otros niños repartidos por la basílica. Tanto en balcones, como en la tramoya aérea, los escolanos se comunican a través de WhastApp o mediante lenguaje no verbal, sin que sea percibido por el público.
En caso de una necesidad urgente, de tener que sustituir a cualquier compañero, los vigilantes, suplentes y consuetas, se coordinan para intervenir, bajo la atenta mirada, tanto del Maestro de Ceremonias como del Mestre de Capella.
Además, también llevan a cabo una labor de acompañamiento, asistiendo a los pequeños cuando finaliza su intervención en la obra. Por ejemplo, cuando el niño que encarna el papel de María la Mayor, representa la dormición de la Virgen y éste es sustituido por la imagen de la Patrona, recibe la asistencia de sus compañeros y también de los operarios de la tramoya baja.
Con idéntica atención también actúan los niños en la tramoya aérea en el cielo de la Festa. En grupo, y por turnos, se ponen a disposición de sus compañeros que participan en los tres aparatos aéreos, como son la Magrana, el Araceli y la Coronación.
Esta figura de los niños suplentes ha ido mejorando a lo largo del tiempo. Hace décadas, los niños suplentes se distinguían como primeros y segundos suplentes. Los segundos no tenían necesidad de permanecer durante la representación del Misteri, si el primero se encontraba a su hora y antes del inicio de la representación.
Los niños que continúa vinculados al Misteri, una vez se produce el cambio de sus voces durante la pubertad, encuentran una salida agradable con esta forma de ayudar a sus compañeros infantiles haciendo el papel de vigilantes y asistentes.
Con ello siguen unidos a la Festa, evitado el trauma que supone en muchos casos dejar de participar en el Misteri por razones naturales y su cambio físico. Cuando dejan de ser niños y pasan a ser adolescente, deben esperar unos años hasta que sus voces maduren y se definan, y así poder volver a la Festa integrándose a la Capella.

Otra figura necesaria en la representación del Misteri es la de las camareras de la Virgen. Ellas permanecen sentadas en otro banco, justo frente al de los niños vigilantes y sustitutos. Su labor en ese tiempo consiste en atender a la Patrona, principalmente cuando la imagen es colocada en la sepultura que se halla bajo del Cadafal. Son las encargadas de custodiar la mascarilla con la que se representa la dormición de la Virgen, una vez es retirada del rostro de la imagen. Pero también se encargan de colocar correctamente y equilibrar el manto de la Virgen en el momento que empieza el ascenso del Araceli, en el que se representa la Asunción.
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Anécdotas del segundo día de representaciones
El Misteri es distinto cada día. Aunque la obra siempre es la misma en los ensayos generales, éstos no se escapan de vivir anécdotas durante la celebración. Estas cosas, en la mayoría de los casos, pasan desapercibidas por el público, cuando no son especialmente llamativas. En este segundo día de ensayo general también ha habido dos momentos en la primera parte que se suman a la colección del anecdotario histórico de la Festa.
La primera de ellas ha sido protagonizada por la palma y la diadema de María la Mayor. Hasta el momento de la entrega de la palma a San Juan, una de las hojas que se ha quedado doblada y enganchada a la diadema de la María. Esto ha ocurrido después de la entrega de la palma del Ángel de la Magrana. La atención ha sido máxima por parte de fotógrafos y periodistas habituales a las representaciones, cuando la palma ha sido entregada a San Juan. Afortunadamente la hoja se ha despegado con facilidad, sin que haya sido percibido por la mayoría del público.

La segunda anécdota llegaba pocos minutos después. Cuando el sacerdote que encarna el papel de San Pedro intentaba acceder al tempo, las hojas de la puerta mayor no se abrían. Finalmente, y con el sonido del preludio sonando unos segundos más de lo habitual, las puertas se han abierto para permitir la entrada del discípulo con las llaves de las puertas del cielo.

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Aparte de estas anécdotas, todo ha transcurrido con normalidad.
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